El amor no es un “sentimiento”, es una forma de ser
y de actuar, nace de una decisión que inequívocamente lleva a “sentir”. El amor
procura al ser amado, el amor no rechaza, el amor redime. El amor tiene buena
voluntad con todos los hombres, no se enfoca en los defectos, sino en las
virtudes. No tiene como algo importante nuestros hechos sino quienes somos.
Sufre y se expone al vituperio cada día, con tal de ser bandera de amor.
El amor no cierra su corazón ante las traiciones, indiferencias y menosprecios. Cada mañana se vuelve a presentar dulce y tierno, procurando siempre
El amor no es grosero, ni hace nada indebido, no
busca lo suyo, ni defiende sus derechos y su forma de hacer las cosas, porque
el amor no busca lo suyo. No se irrita, no se siente amenazado, ni guarda
rencor, no se goza con la injusticia, ni pone su mirada en hacer el mal. Se
goza cuando la verdad y el derecho prevalecen. Si es agraviado no lo toma en cuenta.
El amor todo lo soporta y siempre está dispuesto a
creer lo mejor de cada persona. Está lleno de esperanza y de fe en toda
circunstancia Y siempre permanece fuerte ante cualquier situación. Es
infinitamente sacrificial y dador sin límites. Es valiente y luchador no se
amedrenta ante ningún enemigo del amor, no se rinde, sino que vence. En él no
hay temor. Todo lo puede y nada lo detiene. El amor despedaza fieras y
conquista ríos tempestuosos en su afán de salvar a quien se está hundiendo. El
amor hace proezas. Derriba murallas infranqueables. Cambia corazones de piedra
en corazones de carne.
Tiene mil caminos inescrutables y donde no hay
camino lo crea. El amor nunca falla, nunca mengua, nunca se torna obsoleto,
nunca abandona la causa, y nunca deja de ser. El amor no puede ser vencido por
nada ni por nadie. El amor es la fuerza más poderosa del universo y es la
manifestación más pura de Dios y es lo que lo hace visible y palpable.
Inspirado en 1ra Corintios 13
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